Columna de opinión
Fecha de publicación: 18 de abril de 2021
El precedente que Chile
tanto necesitaba
| Gabriel Valenzuela
Periodista
Desde hace unos años los chilenos han podido ser testigos de diversos casos de corrupción en el país. El robo por US$62 millones en el desfalco de Carabineros o los US$485 millones que ganó con la colusión del papel higiénico, la empresa CMPC del Grupo Matte, son algunos ejemplos que han servido como precedente para entender cuáles son las consecuencias de estos ilícitos, que involucran a funcionarios o empresarios de diversas instituciones del país.
Pero con los políticos la situación ya comenzaba a ser cansina, porque todos los que se habían involucrado en un caso de corrupción dentro del último lustro, de alguna u otra manera se salvaban de no ir a la cárcel con sus artimañas y “amiguetes” en diversas instancias. Pero con el caso del exsenador UDI, Jaime Orpis, finalmente se pudo sentar el precedente que Chile tanto necesitaba.
En su tiempo cuando el también exsenador de la UDI, Jovino Novoa, se salvaba de ir a la cárcel por su participación en el Caso Penta, el periodista Daniel Matamala afirmaba en una columna de Ciper Chile – con dolor y rabia – que “fue bonito mientras duró. Por más de tres años se abrió la esperanza de investigar y castigar la corrupción (en la política), pero la conclusión ya es inequívoca: los corruptos ganaron… por goleada. Por paliza”.
Poco más de tres años después, puedo decirte Daniel que, finalmente, esa esperanza que tenías en su tiempo, se ha hecho realidad. Pero no sólo la tuya, sino que la de miles de chilenos que han visto en los últimos años, como tienen que levantarse todos los días a las cinco de la mañana para llegar a un trabajo precario, donde ven de reojo en la televisión una noticia de cómo uno de estos políticos o empresarios se enriquecen ilícitamente, sin más que mover una influencia. Prácticamente una burla para ellos.
Pero ahora la esperanza está, porque lo que ocurrió con la sentencia del exsenador Orpis, no sólo fue algo justo, sino que más bien un precedente que Chile tanto necesitaba. Con esta situación, los políticos que intenten nuevamente envolverse en un acto de corrupción, se la van a pensar dos veces y desistirán de hacerlo.
Tengo que admitir con dolor que esa es mi esperanza, porque pienso que quizás puede ser una utopía. Espero, no ahora, pero sí por lo menos en tres años más – como le ocurrió a Daniel Matamala –, que esta opinión pueda materializarse para que así tengamos un Chile mucho más justo.