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Columna de opinión

Fecha de publicación: 22 de mayo de 2021

¿Qué hace a una

nación grande?

| Soyanne Muzard
  Periodista

Cuando se declaró la independencia de los Estados Unidos en 1776 y se aprobó la Carta de Derechos (las primeras 10 enmiendas), se redactó la primera verdadera Constitución del mundo en 1787. El concepto de Estado laico en ese entonces era prácticamente inexistente. Leer la Constitución como una carta para un Estado laico sería equivocarse radicalmente* porque justamente fue creada para establecer principios que solo la Biblia era capaz de representar integralmente sin variaciones en el tiempo ni abusos de poder.

Los peregrinos y puritanos que cruzaron el océano en los siglos XVII y XVIII para construir una nueva vida en el salvaje continente americano eran cristianos devotos. Algunos separatistas empeñados en sacudir la Iglesia de Inglaterra, otros que a sus ojos Europa no había ido lo suficientemente lejos, y querían continuar la reforma desde dentro y luchar por una Iglesia “pura”.* Los protagonistas de esta aventura tuvieron la oportunidad de establecer una colonia en suelo nuevo para modelar una sociedad donde la Biblia sentaría las bases de todas las cosas. 

Los cristianos puritanos fueron los que establecieron el primer gobierno en los Estados Unidos. Construyeron las primeras escuelas, administraron las iglesias y marcaron el tono moral de la nación. La Nueva Inglaterra puritana contribuyó en gran medida a dar forma a los cimientos de la nación que vendría. 

Establecieron su sistema de gobierno sobre la base de la moral y su sentimiento religioso. Los hábitos morales, creían, no pueden confiarse con seguridad “en ningún otro fundamento que no fuera el principio religioso”,* ni tampoco podría asegurarse bajo ningún gobierno que no se apoyara en los hábitos morales como los principios establecidos de la palabra de Dios. 

En otras palabras, la Constitución fue diseñada para perpetuar un orden cristiano. No un Estado laico. ¿Separación de la Iglesia y el Estado? Absolutamente.* ¿Divorcio de Dios del Gobierno? No es posible si pretendemos que una Nación prospere. 

El sistema estadounidense fue un ejemplo de la expresión política de las ideas cristianas, una nación fundada sobre la roca de la religión y enraizada en el amor al hombre que luego lideró e influyó culturalmente en todo el mundo.

Tres siglos después, siguiendo el ejemplo de países como Venezuela, Chile se ha aventurado a redactar una Nueva Constitución con el sueño de hacer una nación más justa, más equitativa donde ni pobres ni ricos determinen el futuro del país.

A diferencia de la cosmovisión Bíblica que abrazaron los cristianos puritanos del siglo XVIII al redactar una constitución y que hizo a América del Norte grande, el actual movimiento que persigue traer “Justicia Social” en toda América incluyendo hoy en dia a los Estados Unidos, se ha convertido en una visión del mundo con raíces en el marxismo y el postmodernismo que ve un mundo dividido entre opresores y oprimidos:

“Los opresores han establecido sistemas y estructuras para beneficiarse a sí mismos y para oprimir a los demás; y la opresión se ve principalmente en términos de disparidades o resultados diferenciales.”

Como ejemplo de esta visión del mundo están los países como Cuba, China, y Corea del Norte. Dime que piensas y te diré quien eres, o en otras palabras, dime cual es tu perspectiva del mundo y tendrás un resultado palpable de esa visión. 

Se que en el corazón de muchos chilenos está el anhelo de poder ser como algunos países demócratas socialistas europeos. El problema es que no contamos con esa clase política ni con las bases protestantes que hicieron a esos países ricos y educados.  Lo que estamos a punto de experimentar es una nueva forma de dictaduras democráticas como estamos viendo entrar a muchos países americanos.

La única salida segura para hacer un Chile grande, más equitativo y justo, sería abrazar los principios cristianos en todo ámbito de una nación, para que haya un florecimiento cultural, espiritual, un pueblo que se interesa y participa activamente en los asuntos de su país, y sobretodo, una nueva clase política que quiera servir a su pueblo de todo corazón.

* Referencias de Rus Walton en la revista "The Rebirth of America"

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